La noche tuvo un clima de balance, aplausos y reflexión. En las instalaciones del Club Universitario RC, la Unión de Rugby de Tucumán celebró el cierre de la temporada 2025 con la entrega de premios y reconocimientos a quienes marcaron el año dentro y fuera de la cancha. Dirigentes, jugadores, entrenadores y familias compartieron un encuentro que fue mucho más que una ceremonia formal: fue una foto del rugby tucumano mirándose a sí mismo.

Entre menciones, abrazos y fotos, el momento más esperado llegó con la entrega del CAP 2025, la máxima distinción de la URT, que quedó en manos del doctor Pablo Arturo Garretón, ex capitán de Los Pumas en el Mundial de 1991 y una de las voces más respetadas del rugby argentino.

Garretón recibió el premio con emoción: “Me siento muy honrado, pero también con la sensación de que es injusto que un premio así sea individual, cuando hay tanta gente que estuvo alrededor mío toda la vida: mis viejos, entrenadores, amigos, gente del club y del seleccionado”, expresó. Y enseguida amplió el sentido del reconocimiento: “Por eso me parecía lindo extender este premio a todos ellos”.

Una noche de reconocimientos y un mensaje que interpela

El discurso de Garretón fue el punto más fuerte de la noche. Sin levantar la voz ni buscar polémica, dejó definiciones que resonaron con fuerza en el ambiente. “Este premio lo comparto con el rugby de clubes”, dijo, antes de marcar su preocupación: “Siento que se está debilitando en su naturaleza original. Amo a Los Pumas y al rugby profesional, pero creo que ahora hay que convivir en paralelo y dejar libre al rugby de clubes para que vuele desde su esencia”.

Con la mirada de quien ya recorrió todo el camino, puso el foco en lo cotidiano. “Hay chicos que entrenan todo el año y no los ponen a jugar porque hay que ganar. Eso es una falta a los principios del rugby”, señaló, y admitió que no es fácil corregirlo: “Hay un viento en contra muy grande, de exitismo e individualismo”.

También habló del rol social del club en tiempos complejos. “El rugby puede hacer mucho para combatir la pérdida de socialización real frente a lo virtual. En el club habría que prohibir los celulares, sobre todo en el tercer tiempo, para que los chicos se comuniquen cara a cara”, sostuvo. Y fue igual de claro al referirse a los consumos problemáticos: “No se trata de no tomarse una copa, sino de no salir borracho y accidentarse. El rugby puede marcar límites porque la obediencia es una virtud central del deporte”.

La ceremonia también reconoció a los protagonistas de la temporada dentro del campo de juego. Ignacio “Nacho” Cerrutti, elegido Mejor Jugador del Año, celebró un 2025 intenso: “Tuvimos un gran año con el club, competimos bien y también fue importante lo de Tarucas. Ojalá el 2026 sea todavía mejor”. Fiel al espíritu colectivo, agradeció el premio sin personalismos: “Esto es gracias a mis compañeros. Ellos son los que te ayudan dentro de la cancha”. El reconocimiento, dijo, va directo “a la familia, que está siempre, al club, a los amigos”.

También fueron distinguidos Mateo Pasquini (Jugador Destacado), Andrea Moreno (Jugadora del Año), Maira Herrera (Jugadora Revelación), Lautaro Medina (Jugador Revelación Primera “B”) y Tomás Bonfiglioli (Árbitro Revelación). Además, se reconoció a los tucumanos que integraron seleccionados nacionales, desde Los Pumitas y Pumas Seven hasta Las Yaguaretés, reflejando el alcance y la proyección del rugby provincial.

La noche cerró sin estridencias, pero con una sensación clara: el rugby tucumano no solo celebró logros deportivos. Celebró pertenencia, memoria y debate. Y, sobre todo, dejó flotando una idea que Garretón resumió sin vueltas: el desafío no es crecer más rápido, sino crecer mejor.